Historia de las relaciones entre China y Estados Unidos
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La historia de las relaciones entre China y Estados Unidos se consolidó con el Tratado de Wanghia de 1845. En China, la Dinastía Qing estableció las primeras relaciones diplomáticas modernas a finales del siglo XIX. Después de la Revolución de Xinhai de 1911, la recién formada república de China mantuvo relaciones diplomáticas con los EE. UU. Durante la Segunda Guerra Mundial, China fue un aliado cercano de los estadounidenses, pero tras la fundación de la República Popular China en 1949, EE. UU. reconoció a la república de China en la Isla de Taiwán como el gobierno legítimo de China y no mantuvo relaciones diplomáticas con la RPC en el continente. Ya en la posguerra de la Segunda Guerra Mundial EE. UU. luchó contra la RPC en la Guerra de Corea.
En febrero de 1972, el presidente Richard Nixon viajó a la RPC. Al final de éstos viajes, EE. UU. y la RPC emitieron el Comunicado de Shanghái, una declaración en la que ambas naciones se comprometieron a trabajar para normalizar las relaciones diplomáticas. Esto no se tradujo en el reconocimiento inmediato de la RPC, pero se establecieron "oficinas de enlace" en Pekín y en Washington.[1] EE. UU. reconoció la posición de China de que todos los chinos de ambos lados del Estrecho de Taiwán sostienen que solo existe una China y que Taiwán es parte de esta. La declaración facilitó a EE. UU. y a la RPC el poder dejar a un lado temporalmente la cuestión de Taiwán y el abrir el comercio y la comunicación.[1] Este acercamiento beneficio a al RPC y aumentó su seguridad durante el resto de la Guerra Fría. Tanto China como Estados Unidos respaldaron a los combatientes en África contra los movimientos soviéticos. Los beneficios económicos de la normalización eran lentos ya que tomaría décadas para que los productos estadounidenses penetraran en el amplio mercado chino. No obstante fue hasta después de enero de 1979 que el gobierno estadounidense cambió el reconocimiento de Taipéi a Pekín, así como sus relaciones diplomáticas.
Las relaciones entre la RPC y los EE. UU. generalmente se han mantenido estables con algunos periodos de tensión, sobre todo después de la disolución de la Unión Soviética, la cual eliminó a un enemigo común y marcó el comienzo de un mundo caracterizado por el dominio estadounidense. También hay preocupaciones relacionadas con los Derechos humanos en la RPC y la situación política de la Isla de Taiwán. Las relaciones se deterioraron bajo el presidente Donald Trump, cuya administración calificó a China de «competidor estratégico» a partir de la Estrategia de Seguridad Nacional de 2017.[2] Posteriormente, lanzó una guerra comercial contra China, prohibió a las compañías estadounidenses vender equipos a Huawei y otras compañías vinculadas al genocidio uigur, aumentó las restricciones de visa para estudiantes y académicos de nacionalidad china y designó a China como manipulador de divisas.[3] Para mayo de 2020, las relaciones se habían deteriorado ya que ambas partes estaban reclutando aliados para atacar a la otra con respecto a la culpa por la pandemia de COVID-19. Las relaciones empeoraron por la decisión del gobierno chino de autorizar una ley de seguridad nacional de Hong Kong en 2020.[4] Como resultado, los observadores políticos han comenzado a advertir que está surgiendo una Nueva Guerra Fría.