Incendios forestales de Australia
De Wikipedia, la enciclopedia encyclopedia
Los incendios forestales de Australia, los cuales los habitantes llaman bushfires (inglés: incendios de arbustos), son una ocurrencia generalizada y regular que ha contribuido significativamente a dar forma a la naturaleza del continente durante millones de años. Australia oriental es una de las regiones del mundo más propensas a los incendios, y sus bosques predominantemente de eucalipto han evolucionado de tal forma que prosperan tras los incendios forestales.[1]
Los incendios pueden causar importantes daños a la propiedad, y la pérdida de vidas humanas y animales. Los incendios forestales han matado aproximadamente a 800 personas en Australia desde 1851,[2] y millardos de animales. Los mayores incendios de los que se tiene noticia son los incendios de 1974–75 que quemaron 1,170,000 kilómetros cuadrados (el 15% de Australia).[3]
Los incendios más destructivos suelen estar precedidos por altas temperaturas, baja humedad y fuertes vientos, que se combinan para crear condiciones ideales para la rápida propagación del fuego.[4] A menudo se nombra los más graves incendios de acuerdo con el día en que alcanzaron su punto máximo, incluidos los cinco incendios más mortíferos: Sábado Negro 2009 en Victoria (173 personas muertas, 2000 casas perdidas); Miércoles de Ceniza de 1983 en Victoria y Australia Meridional (75 muertos, casi 1900 hogares); Viernes Negro de 1939 en Victoria (71 muertos, 650 casas destruidas), Martes Negro de 1967 en Tasmania (62 personas y casi 1300 viviendas); y los incendios de Gippsland y el Domingo Negro de 1926 en Victoria (60 personas muertas en un período de dos meses).[4] Otras conflagraciones importantes incluyen los incendios forestales del Jueves Negro de 1851, los incendios forestales de diciembre de 2006, y los incendios forestales de 2019–20.[5]
El secado gradual del continente australiano en los últimos 15 millones de años ha producido una ecología y un ambiente propenso al fuego, lo que ha resultado en muchas adaptaciones especializadas entre la flora y la fauna. Parte de la flora del país ha evolucionado para depender de los incendios forestales para su reproducción. Los aborígenes australianos solían utilizar el fuego para limpiar los pastizales para la caza y para despejar caminos a través de la densa vegetación.[6] El explorador James Cook, mientras costeaba el continente, escribió desde el mar en 1770: «Humos durante el día y fuegos durante la noche».[7] Los inmigrantes también han tenido que adaptarse al uso del fuego para mejorar la agricultura y la gestión forestal desde el siglo XIX. La gestión de los bosques y los incendios ha evolucionado a lo largo de los siglos XX y XXI con la expansión de los parques nacionales y las reservas naturales[8]