Suiza durante la Alta Edad Media
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Este artículo sobre Suiza en la Alta Edad Media comprende la historia de las diferentes culturas que habitaron el actual territorio suizo durante el período que va desde la retirada de las tropas romanas en territorio italiano hasta la creación de la Confederación de los III cantones.[Nota 1] Durante este período, Suiza no fue una entidad política unida, sino que por el contrario se encontraba dividida y fragmentada entre diferentes reinos, primero de los burgundios y alamanes, luego de los francos y finalmente de los carolingios, que se dividían la futura Suiza según las herencias patrimoniales.
Hacia el final del siglo III, entraron en el actual territorio suizo invasiones bárbaras de alamanes de Germania Magna, especialmente en 260, cuando saquearon numerosas ciudades, se dirigieron progresivamente al Rin, a lo largo del cual los emperadores romanos del siglo IV habían construido barreras defensivas (fortalezas y torres de vigilancia). Progresivamente desde 401, la población inquieta migró hacia el sur y abandonó las ciudades de Nyon, luego de Augusta Raurica, al tiempo que las tropas romanas abandonaban el Rin marchando al sur de los Alpes, y abandonando también definitivamente el territorio de Suiza a los pueblos germánicos llamados «foederati», primero el pueblo burgundio, luego los alamanes. Estos se habían ido estableciendo en el centro y el este del país buscando tierras cultivables, e impusieron allí sus dialectos germánicos. Hacia 443, los burgundios se asentaron al oeste del país en una región llamada Sapaudia («país de los abetos»), que corresponde a Saboya, e hicieron de Ginebra una de sus capitales. Los burgundios se asimilaron con la población galorromana, conservando el latín como idioma.
Al caer el Imperio romano, cuando Odoacro depuso al último emperador romano Rómulo Augústulo en 476, esos foederati se transformaron progresivamente en reinos, extendiéndose de forma considerable en el valle del Ródano, el ahora cantón del Valais, y los puertos de montaña alpinos.[1] La frontera entre alamanes y burgundios quedó fijada entre los siglos VIII y IX. Las regiones de los Alpes orientales se vieron poco afectadas por esas invasiones y mantuvieron -incluso hasta hoy- un dialecto del latín vulgar, el romanche, también llamado retorrománico. La zona del Tesino, en el sur de la actual Suiza y parte de la Galia Cisalpina, permaneció bajo el control de la península itálica.
En 534, los francos vencieron al rey burgundio Segismundo y se anexionaron su reino, propiciando el asentamiento de los alamanes, a los que habían vencido previamente. Dos años más tarde, el ducado de los alamanes siguió su camino. En la región bajo dominio alamán, solo permanecieron comunidades cristianas aisladas. La misión hiberno-escocesa reintrodujo la fe cristiana a principios del siglo VII. Los francos conquistarán la Recia en 550, completando así su toma de control del conjunto del territorio helvético.
El territorio suizo formó parte del imperio de Carlomagno, y los monasterios y obispados se constituyeron en bases importantes para mantener el poder. Tras la muerte del emperador, el Tratado de Verdún de 843 dividió el Imperio en tresː Francia Occidental, Francia Media y Francia Oriental. El territorio suizo se vio dividido entre la Francia Media, al oeste (al que correspondió la Borgoña, la parte occidental de la Suiza actual) y la Francia Oriental de Luis el Germánico, al que correspondió el reino alamán (la parte oriental suiza y el futuro ducado de Suabia), que formará parte del Sacro Imperio Romano Germánico. El feudalismo se impuso al final del siglo IX, cuando varias familias trataron de asentar su autoridad sobre diferentes partes del territorio: los condes de Saboya, sobre el Vaud, Ginebra (cuyos condes son depuestos) y el Valais; los condes de Gruyère, sobre el interior del territorio de Friburgo; los Zähringen, fundadores de numerosas ciudades, entre otras Friburgo y Berna; los Kiburg, que se instalaron en la meseta suiza; los Hohenstaufen y los Habsburgo, que se establecieron en la región desde Zúrich hasta el paso de San Gotardo.
La habilitación del paso de San Gotardo, entre las regiones de Uri y el Tesino, con la ayuda de los Walsers[Nota 2] inmigrantes recientes y expertos en construcción de caminos, al inicio del siglo XII, tuvo consecuencias importantes: el puerto del Gran San Bernardo, en el Valais, perdió importancia en el comercio internacional, lo que causó una crisis económica de dos siglos en el valle del Alto Ródano. En recompensa por ese trabajo, el Uri obtuvo «por servicios prestados al emperador» la Inmediación imperial que los independizó prácticamente de los Habsburgo, enriqueciéndose por los peajes y la venta de servicios (guías y posadas), lo que avivó evidentemente la codicia de los Habsburgo.
La omnipresencia y el poder de los Habsburgo, unidos a su voluntad de extender sus dominios y arrebatar las riquezas de los pequeños ducados y condados suizos, preocupaban a la pequeña nobleza local, que no tenía, sin embargo, la entidad necesaria para oponerse a su poder, por lo que no les quedó otra opción que servir a los extranjeros para sobrevivir. Por su parte, los campesinos pobres soportaban cada vez con más dificultad los pesados impuestos que debían pagar para beneficio exclusivo de una aristocracia extranjera que les imponía sus leyes sin tener en cuenta sus costumbres tradicionales. Los Waldstätten (literalmente «Comunidades del Bosque», la agrupación de los cantones primitivos) de los valles del lago de los Cuatro Cantones o lago de Lucerna, trataron en 1240 de oponerse a esa amenaza con una revuelta, pero fracasaron y fueron duramente reprimidos, al igual que las ciudades de Berna y sobre todo Zúrich, que acabaron casi en ruinas. Poco después, se constituiría en 1291 la Confederación de los III cantones, primera etapa de formación de la Antigua Confederación Suiza.